domingo, mayo 04, 2014

Que pena...

que pena  que pase el tiempo y me siga dando pena

jueves, abril 24, 2014

EL HOMBRE TRANQUILO de Carlos Zanón


Te pienso y te veo. Sábado por la tarde.
Ya sabes, todo eso.
Pienso en construir un mundo.
Un universo desastre.
Toda una noche mirando como respiras.
Descubriendo a qué saben tus labios,
de que estás hecha por dentro.
Un holocausto.
Una habitación vacía y bajo las almohadas, regalos
y tu mano entrando en mi pecho ,
arrancándome la electricidad, el relámpago
que apagó las luces de dos ciudades.
El viejo Dickens, con sus vahos helados
y sus niños huérfanos del eco que dejan los nombres
que solo se pueden pronunciar a solas,
antes de irse uno a dormir.
Letras, músicas y esta soledad nuestra de astronautas
que descubren que el universo entero,
los dioses crucificados, Mahler,
la arena de las playas y las ruedas de las motocicletas,
que, en definitiva, todo,
absolutamente todo fue hecho
para cruzar el Puente Veccio y que tú pasaras
y yo te viera y tú me vieras y yo llegara,
y construyéramos un mundo
cruel e inevitable,
hecho de dados con el número dos
rotos contra los acantilados de Moher
y viejas canciones de Chris Isaak.
Un mundo construido
con sábados sordos en teatros de cortinas rojas,
cimbreantes tras enanos bailarines
y un beso que por no tener mejor acomodo
debí abandonar en tu brazo, rojo y caliente,
como el planeta ése del que sospechan
que hubo agua y vida,
que debería llevar tu nombre, joder,
aunque no pueda pronunciarlo más que a solas
como se pronuncia el mar dentro de las caracolas
y las orejas de los niños.

martes, enero 28, 2014

Renunciar a la esperanza

Hace mucho que abandone la esperanza de encontrar el grial. Ya sabéis: debemos amar a Dios porque Él es el único al que podemos amar por toda la eternidad. El amor que satisface toda necesidad, mitiga todo dolor, anima y estimula cuando llega el aburrimiento y es absoluto, sí, absoluto; el amor que nunca falla al margen de lo que hagamos o dejemos de hacer, lo que seamos o no logremos ser. Creo que todas dedicamos nuestra vida a la búsqueda de eso y, evidentemente, nunca lo encontramos. Aunque lo hallemos, como por ejemplo algunas madres que aman así, no es suficiente, no nos llena, resulta demasiado sofocante o exige una aceptación sumisa, no es lo bastante estimulante. Por eso seguimos buscando, nos sentimos descontentas, pensamos que el mundo o lo que prometía nos ha fallado o, peor aún, que nosotras hemos fallado. Y algunas descubrimos, sospecho que tarde, que no es posible. Y renunciamos a la esperanza. Cuando esto ocurre, nos encontramos en un lugar distinto del resto de personas; nos cuesta explicarlo, pero nos regimos por normas distintas. Nos conformamos y sentimos satisfechos más facilmente. El amor, cosa infrecuente, cuando se da, es un regalo maravilloso, un juguete, un milagro, pero no contamos con que en días futuros nos proteja cuando llueve y se estropea la máquina de escribir y de todas formas da lo mismo porque las palabras no nos salen, pero el artículo tiene que estar escrito y enviado el lunes o no habrá dinero para el alquiler del próximo mes.

jueves, enero 09, 2014

En 2013...te olvidé y te encontré casi las mismas veces. 



Espero no encontrarte más en 2014, “con las cinco letras que se escribe tarde no se puede escribir ahora”. 

jueves, diciembre 19, 2013

Y recordó que no había justicia. Pero quizá todavía pudiera haber amor...

viernes, septiembre 27, 2013

sábado, julio 20, 2013

Cuando sepas de mí...

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. 

Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos… no.

A lo que iba.

Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.

Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note.

Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro , son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.

Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.

Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.

Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.

A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.

Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.

Haz ver que me olvidas.

Y me acabarás olvidando.